Conviene, de vez en cuando, detenerse ante las palabras y pensarlas. Dar por hecho, lo hacemos bien, pero avanzamos, en ocasiones, dando tumbos. Talento es una palabra que ya nos viene bien para todo. Buscar y atraer talento, fidelizarlo, gestionarlo, crear talento.... Pero ¿Qué es el talento? y, ¿Qué tipo y nivel de talento buscamos? Talento, justicia, amor... grandes palabras con las que, en principio, estamos todos y todas de acuerdo. Pero cuando instrumentalizas el concepto, cuando lo bajas a tierra, cuando lo conviertes en real, es decir, comportamientos concretos... ahí es cuando igual ya el acuerdo no es unánime. Pero no hay otra forma para no perdernos, y para manejar la realidad con las manos. Talento, realmente, tenemos todas y todos, pero ¿Cuál? Eso ya es más complicado, porque se precisan especialistas capaces de ver el específico talento de cada persona, y salir de modelos estandarizados, que no nos dejan ver más allá de lo que nos han dicho que veamos. Ver, vemos todos, pero ver con un modo profesional, eso es talento y trabajo. Quién tiene talento, se le supone una diferente forma de "ver", de procesar y relacionar la información de manera que ofrezca resultados de alto valor, resultados diferentes, piezas de conocimiento, producción, etc.... que se diferencien y ofrezcan un algo más. Sin embargo, quien "ve" diferente y relaciona la información de una manera distinta, puede que lo haga con toda la información a su alrededor. Y eso no es fácil, pedirle a alguien que tenga esa diferencia, ese pensamiento "disruptivo" para producir, y que luego para el resto de la vida sea "normal" es mucho pedir, me parece a mí. El talento, no se genera en el momento y lugar que el "yo" decida, el talento precisa nutrición informativa, nutrición social, etc... un contexto generador. El talento lo tiene una persona, si encuentra entorno para presentarlo, para cultivarlo. ¿Tenemos entornos cultivadores de talento?
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El cerebro busca incansablemente el bienestar, es su función, mantenernos vivos en las mejores condiciones posibles. El bienestar es imprescindible, equilibra, da seguridad, confianza, motiva de forma estable. Entonces ¿Debemos huir de todo malestar? Depende. ¿Queremos tener procesos positivos, en los que todo vaya medianamente bien y no encontremos dificultades? Es una opción, pero proporciona poco aprendizaje y cambio. ¿Entonces hay que buscar el malestar? No tanto. Pero hay que aprender a atravesarlo y sacarle partido. Mi recomendación suele ser "no te estanques en el malestar, permite que te atraviese y te informe de su significado". Aprende a aprender. Las emociones positivas generalizadas, que tanto se llevan ahora, tiene un gran peligro. No permiten aprender demasiado, no posibilitan transformaciones, análisis, malestares que promueven cambios, creación profunda. Si todo va bien ¿Para qué vas a cambiar? Si no tienes un problema ¿Para qué vas a aprender a resolverlo? Aprendizajes pertinentes. El bienestar es imprescindible, pero sin malestar, sin desorganización que nos mueva a nuevas organizaciones, poco cambio se dará. Ser capaz de gestionar el malestar y la incertidumbre, sin bloquearnos, utilizándola para crear y construir,es una alta capacidad imprescindible en el presente-futuro. Pero no se nace así, se aprende, cómo todo, y se puede enseñar. ¿Quieres saber cómo se aprende? Con método y entrenamiento. ¿Solos? Mira que nos empecinamos.
El cerebro tiene la función de reducir la incertidumbre rápidamente. Se percibe como un riesgo para la supervivencia, así que tenemos dos reacciones rápidas: huir o luchar. Reducir el peligro, la incertidumbre, es la gran función del cerebro. Nos genera estrés para poder huir o luchar, incrementa nuestra energía y otros parámetros para poder salir vivos del peligro. Matamos la incertidumbre o huimos de ella. Y mantenemos la vida. Aunque también mantenemos patrones mentales resolutivos, modelos sociales, etc. Función de mantenimiento y estar dentro de lo conocido, donde ya sabemos manejarnos. Función necesaria pero no suficiente. ¿Cómo resolvemos problemas complejos si no somos capaces de resistir incertidumbre, inseguridad y cierto malestar necesario asociado al cambio? Existe una forma clara y potente para resistir la incertidumbre y el malestar. El grupo. Recurso clave en la gestión del estrés. ¿Cualquier grupo o relaciones? Aquellas que "nutren", tanto emocional como instrumentalmente. es decir, relaciones que te permitan sentirte protegido y te ayuden a resolver. El grupo como potenciador de recursos. Hoy, que tanto hablamos de la necesidad de resolver problemas complejos, pretendemos que los resuelva el individuo, y no es suficiente. Los problemas complejos requieren al grupo. ¿Y ya está? No, no está, el grupo requiere un marco específico de funcionamiento. Establecer un grupo de colaboración temporal, para resolver problemas complejos, precisa una forma específica de trabajo mental consciente. La mente debe ser orientada y encaminada en un proceso específico de funcionamiento para poder colaborar. Lo de juntarnos a pensar no es suficiente, porque ¿cómo pensamos? ¿Según se van asociando cosas en nuestra mente sin orientación? ¿Con un proceso enfocado en un tema específico? ¿Desde nuestras emociones y juicios de valor del otro? Necesitamos decirle a la mente cómo queremos que funcione, durante un tiempo. Orientarla para que pueda ofrecernos resultados. Colocar nuestra mente dentro de un marco específico y temporal de funcionamiento. Recordemos todo esto cuando a un niño o niña le digamos que se vaya a un rincón... a pensar. Así, sin orientación, ni proceso, ni acompañamiento, ni preguntas. A pensar.... Si no aprendemos a orientar el proceso de pensar..... Queremos recursos, trucos y técnicas para sentirnos mejor, para reducir el estrés, el malestar y la negatividad. Recursos existen, pero el gran recurso eres tú. Tú aplicando los recursos. Me explico, mis cursos y talleres tienen el título de "Gestión activa del estrés", que, con lectura automática, entendemos que se trata de hacer muchas cosas, de ser muy activo. No, no es eso. Gestión "activa" implica gestión "protagonista" y lo explico al comienzo de todos los cursos. Activo implica ser protagonista y sujeto del proceso, no un objeto pasivo que recibe recursos. Sino un sujeto activo que aplica, intenta, aprende, modifica, etc... Un ser que se construye. En algunos cursos, tras la finalización, encuentro en los comentarios frases como "Voy a ver si lo intento". Intentarlo, o no, es libre, todo proceso de transformación lo es. Pero si no lo intentas, el recurso permanece inactivo. Es como tener un smartphone de calidad pero no ponerle la tarjeta. Existe, pero de forma potencial a sus posibilidades. Podemos saber respirar para calmarnos, fragmentar problemas para resolverlos, comunicarnos reguladamente, etc... Saber es un paso imprescindible pero insuficiente. Si los recursos, conocimientos y saberes no se aplican, permanecen siempre en modo "potencial". Imprescindible para el cambio, insuficiente para cambiar. El paso clave es aplicar. Clave y difícil, ¿Por qué? Porque implica voluntad, y sobre todo, decisión y compromiso. Somos capaces de comprometernos con trabajos horribles, con personas que no nos tratan bien, pero ¿comprometernos con nosotros mismos? Eso cuesta más. Nos cuesta a todos. Encontramos tiempo para hacer las tareas más tediosas del mundo, pero, para cuidarnos a nosotros mismos... nunca hay tiempo..... jerarquía de valores aprendida que nos constituye. ¿Y si pruebo y me sale mal? Nos da miedo una especie de decepción potencial asociada. ¿Y si sale bien? Solo la realidad nos lo dirá, la acción. Recordemos que toda competencia consta de tres partes: saber (conocer), saber hacer (aplicar) y hacerlo de determinada manera. En la gestión activa del estrés, como en cualquier competencia, saber es necesario; aplicar y construir un proceso de entrenamiento, resulta imprescindible para conocer en mi propia realidad. Sin la realidad y su información no hay conocimiento real. Práctica y propia realidad son contextos imprescindibles. Somos iguales, pero no somos seres estándar. Si no se aplica, no se produce aprendizaje y seguimos en el plano información, sensibilización y escasa transformación. El recurso eres tú, aplicando el recurso. Construyendo como protagonista. El desarrollo industrial nos condujo en masa a las ciudades, el trabajo virtual ¿puede volver a revalorizar la España rural? España está en un momento clave para el desarrollo rural. Recordemos que hace ya unos años, en pleno desarrollo industrial, se llevo a la población del interior de España a las ciudades, donde estaban las empresas físicas. Allí estaba el trabajo, y eso, marca toda nuestra vida. Giramos alrededor del trabajo que nos permite tener casa, comer, disfrutar del ocio…. El trabajo organiza la vida. ¿Dónde está ahora el trabajo? Cada vez en mayor medida nuestro trabajo está y estará, en la realidad virtual, en el mundo digital. No todo el trabajo, lo sé, lo sé…. pero sí gran parte. Comercio digital, procesos de asesoramiento, formación, seguros, asistentes personales, diseñadores/as, publicistas, banca, hasta ciertos servicios de salud… tantos servicios que ni siquiera imaginábamos podían ser virtuales, y seguimos creciendo. Puede gustarnos más o gustarnos menos, pero es una realidad que crece vertiginosamente. Preparémonos, y preparemos a las personas, jóvenes y mayores. Si nuestro trabajo está en la realidad virtual, todo o en parte ¿Podemos vivir dónde queramos? Pudiera ser que sí. Simplemente un vistazo a las redes y a la cantidad de nómadas digitales que encontramos nos dan una respuesta. Se puede trabajar desde cualquier lugar con wifi, si tu trabajo es virtual. Podemos viajar trabajando, o trabajar viajando. Ser un nómada digital es una posibilidad. No significa, como a veces nos dicen, estar viajando continuamente, esa es sólo una posibilidad. También podemos pasar un año en cada lugar, o ser nómadas unos meses al año, o no serlo e instalarnos y vivir donde queramos. Nuevas y abundantes posibilidades para los y las trabajadores digitales. Tener trabajo virtual es la gran revolución, y un tema que debería comenzar a enseñarse ya en las escuelas, Centros de Formación Profesional y Universidades. ¿Estamos orientando en trabajos virtuales? Fundamental porque puede abrir nuevas posibilidades a jóvenes que no consiguen ver más allá de lo “habitual” y esto no parece motivarles. Se abren nuevas formas vitales, nuevas opciones que permiten elegir. Y es sólo el comienzo. El trabajo virtual es una verdadera opción, proporciona libertad para vivir donde cada persona, grupo, o familia, lo decida. Podemos movernos por el país o vivir en otros lugares lejanos, un tiempo corto o largo. ¿Por qué no vivir en la España rural? Tenemos los servicios, las posibilidades y los recursos para hacerlo. La España rural fue abandonada como “la parte pobre” del país. Pero no es cierto, no es pobre, tiene una inmensa riqueza natural. El desarrollo industrial nos condujo en masa a las ciudades. El trabajo virtual nos permite retornar a la España rural y volver a dotarla de lo que siempre tuvo, un alto valor.
El estrés, podríamos decir que es una relación, como casi todo en la vida humana. ¿Pero una relación entre qué partes?.
Una relación entre la situación que percibimos compleja o difícil y la valoración de los recursos con los que percibimos contamos para afrontarla. Es una relación interna. Realizamos dos valoraciones, casi siempre inconscientes, y prácticamente simultáneas:
El estrés es una reacción de nuestro organismo útil y necesaria ante los peligros y amenazas que percibimos para nuestra vida. Nuestro cuerpo se altera rápidamente para poder realizar las acciones que nos permiten salvar nuestra vida biológica. Dos reacciones con las que nacemos gracias a nuestro organismo: huir o luchar. Un activo del organismo ante los peligros vitales. Imaginemos que vamos por la calle y alguien intenta robarnos con una navaja en mano, un peligro que nos genera estrés, nuestro organismo se activa y produce modificaciones energéticas, químicas, etc que nos hacen reaccionar instantáneamente intentando huir o bien forcejeando. Como se suele decir «si me intentasen robar, no sé si correría o atacaría”. Cierto, se trata de una reacción rápida, inconsciente y automática, y no sabemos lo que haremos. ¿Pero qué hacemos cuando la supervivencia no es vital, sino social, psicológica, relacional? ¿Empleamos los mismos mecanismos de lucha o huida? El estrés tiene como base emocional el miedo. Unas veces se disfraza de enojo para poder luchar, y otras toma la máscara de la tristeza, para abandonar. ¿Seguiremos luchando cuando de lo que se trata es de resolver? Es la «primera vez en la historia» en la que no vamos a desplazarnos por trabajo, porque el trabajo está en la realidad virtual, si somos teletrabajadores. Es la primera vez en la historia en la que un importante numero de personas pueden desplazarse, cambiar su localización, viajar o mudarse sin depender de la localización de su trabajo. Porque, por primera vez, estamos simultaneando dos realidades, la física y presencial, con la realidad virtual, en nuestra vida cotidiana, acciones de gestión, trabajo… Hemos sido nómadas muchas veces, viajando en busca de caza en épocas primitivas, buscando trabajo y emigrando, pero ahora nos moveremos por diferentes criterios, y no serán unos pocos jóvenes o innovadores digitales, viajeros o trotamundos. En pocos años, incluso ya, las personas podrán localizarse en cualquier lugar de su país o del mundo. No seremos todos, puesto que existen puestos de trabajo que requieren presencia física, pero se abren innumerables posibilidades para nuevas formas de vida que conviene analizar. Tenemos ante nosotros nuevas oportunidades y formas de vida, mejor imaginar que esperar a que llegue y nos coja sin recursos. Sin prepararnos. Tres aspectos empezarán a ser esenciales en este nuevo mundo laboral: competencias digitales, idiomas y apoyo emprendedor. Es la primera vez en la historia en la que un elevado número de personas van a trabajar en la realidad virtual, y los desplazamientos no serán por trabajo, una nueva revolución global. Si tenemos estrés, lo primero es calmarse un poco. Necesidad.
Cuando tenemos estrés, cuando vivimos una cierta situación como una amenaza, nos encontramos en alerta vigilante y, lo que más solicitamos, es una forma de calmarnos. Lo necesitamos. Trabajamos la respiración consciente, la meditación, relajación, mindfulness (consciencia), auto instrucciones, o distracción revitalizante. Todos buenos recursos para calmar la mente y la emoción. Si no calmamos la mente, ésta no funciona de forma eficaz, no puede analizar y determinar posibilidades, puesto que está en modo reactivo tratando de salvarnos la vida. Está bien que funcione a favor de mantenernos vivos, pero en la vida cotidiana no es necesario que sufra tal susto, y lo mantenga. Calmar la mente, en un proceso de estrés, es necesario y clave, y si lo hacemos al comienzo mejor. Reducimos el desgaste. Calmar la mente requiere esfuerzo y aprendizaje, pero nos proporciona bienestar bastante directo, nos va bien. ¿Pero es suficiente? Depende de para quién y de la situación que genera estrés, no es algo estándar. Una vez calmados, un tanto, la percepción de amenaza será menor y el miedo disminuirá, mayor equilibrio. Para algunas personas puede ser suficiente. Para otras no ¿Por qué? Porque necesitan incrementar su percepción de control de la situación, y esto requiere recursos cognitivos e instrumentales. Otra forma de pensar y una diferente manera de hacer. Crear un plan B. Una alternativa, una nueva posibilidad, también calma nuestra mente, no sólo meditar, que también. Tener un plan B implica abrir caminos y posibilidades, salir de la visión en túnel, del estrecho camino en el que nos encontramos. Establecer un plan B significa entrenar la mente para generar opciones, abrir vías nuevas y flexibilizar las expectativas. En definitiva, para ser creativo y trabajar la flexibilidad. Cuando la mente ve que puede haber un plan alternativo, también se calma. Hagamos entrenamiento cognitivo en generación de opciones y posibilidades, la mente lo agradecerá. Calma por introspección y calma por expansión, ambas necesarias. https://www.ra-ma.es/libro/gestion-del-estres-laboral_106108/ Lazarus, uno de los grandes en el análisis del estrés, dedicó su trabajo a analizar la relación de la emoción, el estrés, la valoración y el manejo de las situaciones. Estableció dos procesos de valoración interdependientes: Valoración primaria: se refiere a si lo que sucede es relevante para los propios valores, creencias sobre el self y el mundo. Valoración secundaria: proceso cognitivo-evaluador que se centra en lo que puede hacer una persona sobre la relación estresante persona-medio, especialmente cuando la valoración primaria destaca la situación como una amenaza. Realizamos una especie de contabilidad entre lo que la situación me demanda y lo que tengo para resolverla adecuadamente. Siempre valorando desde nuestra propia percepción. La emoción de miedo, el malestar, el estrés en sus inicios, nos avisan de que no nos sentimos capaces de resolver. Nos faltan: conocimientos, recursos, herramientas, estrategias, habilidades. Nos puede faltar dinero (recurso concreto básico) o nos puede faltar capacidad analítica. Cada persona tiene su camino de aprendizaje y sus necesidades. Si nos faltan recursos para afrontar-calmar-resolver-crear-modificar...una situación ¿Aprendemos o nos agotamos? Si una situación nos estresa implica que consideramos que excede nuestras capacidades para afrontarla adecuadamente. Se trata de un indicador de la necesidad de generar nuevos recursos y capacidades. Avisa de necesidad y posibilidad, nuestro inteligente organismo nos da un aviso ¿Vamos a descalificar a nuestro inteligente organismo? ¿Agotamos personas o las capacitamos? |
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Ana VarelaPsicóloga. Especializada en la gestión activa del estrés. ¿Qué es el estrés? Un término que hoy se utiliza de forma generalizada pero que, muchas veces, no lo comprendemos o no sabemos cómo se inicia. Lo habitual es hablar de poco tiempo, muchas tareas, pero ¿Es eso el estrés? No. Hay quien con muchas tareas es tremendamente feliz. Las situaciones nos resultan estresantes cuando no conseguimos resolverlas, porque percibimos no contamos con recursos para ello. El tiempo es un recurso, planificarlo una capacidad aprendida. El dinero también lo es, y saber conseguirlo resulta fundamental. También el conocimiento, la información, la capacidad para calmarnos, saber analizar y "trocear" los problemas para no ahogarnos, generar opciones, saber comunicar adecuadamente, construir una red social de apoyo.... todo son recursos. Y los recursos tienen su historia de aprendizaje. Tenemos recursos y carencias. Aprendizaje a lo largo de toda la vida. Cada persona necesita trabajar aquellos que no ha podido aprender o entrenar. ¿Qué recurso necesitamos? ¿Qué debemos aprender para resolver? Las situaciones estresantes se caracterizan por resultar impredecibles, y fundamentalmente por hacernos sentir que no tenemos control, que perdemos la posibilidad de manejarlas. Nos percibimos incapaces. Pero no lo somos, simplemente nos faltan aprendizajes, de diferentes tipos. En una sociedad de cambios y continuas adaptaciones, el estrés se presenta como un proceso bastante "normalizado" El estrés, al comienzo, nos avisa de la necesidad de cambiar, aprender, para las nuevas situaciones que se nos presentan. Frenemos las inercias antes de que el estrés mantenido, durante tiempo, nos obligue a frenar. ¿Y si lo “utilizamos” inteligentemente para cambiar? |